Patrimonio Mundial

Todos dicen que el mundo se hace cada vez más pequeño, pero cada vez son más los rincones que están catalogados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Cuanto más conocemos, más pequeño nos parece nuestro conocimiento... Os invito a compartir vuestras experiencias en estos maravillosos lugares. Yo por mi parte os propongo algunas imágenes que he tomado en algunos de ellos.

12.9.08

La Acrópolis de Atenas (Grecia)

Agosto, 2008



Como tanto las imágenes como la historia de este lugar, verdadero corazón de la Atenas y la Grecia clásica es bastante conocido, nos centraremos en nuestras impresiones y en lo que “no sabíamos” antes de llegar…

En efecto, la Acrópolis se ve desde toda Atenas (siempre que no estés en uno de los barrios de callecitas estrechitas…). Sin embargo, su altura que desde abajo parece impresionante no debe desanimar. El calor hoy era de los de impresión, unos 36, 37 grados a la sombra, y como la Acrópolis no destaca por sus sombras, desde luego que hemos pasado un buen rato a bastante más de 40 grados. Aún así, la subida es suave, corta y llena de atractivos, ya que cada poco tiempo se contemplan nuevos monumentos entre las vistas de la ciudad que se va abriendo a nuestros pies.

La entrada cuesta 12 euros (los niños no pagan), vale para los monumentos del sur de la colina, y se puede usar a lo largo de cuatro días seguidos (no para repetir, sino para ir viendo los sucesivos monumentos de forma escalonada). Hay varias puertas, nosotros entramos por una pequeña y lateral en la calle Theoria (sí, por aquí todo tiene unos nombres la mar de sesudos: si hasta la plaza de la Constitución se llama Syntagma…), así que no esperamos más de cinco minutos para acceder a la colina. La verdad es que había un enjambre de visitantes, pero al tratarse de un espacio abierto, acabas encontrando tu sitio.

Las dimensiones de la Acrópolis no son demasiado grandes, el museo está cerrado, porque van a trasladar su contenido al nuevo y polémico de la parte baja, y los templos no se pueden visitar por dentro, ya que están de obras o en cualquier caso preservados. Así que no es un sitio en el que tengas que dedicar un tiempo enorme.
Desde luego, con el sol cayendo a plomo no es recomendable.

De entre los elementos fundamentales que son visibles a día de hoy, tenemos: el archifamoso Partenón, en plena reconstrucción. Templo grandioso, de mármol de pentélico, como el resto de la Acrópolis, y que contenía la desaparecida estatua de Atenea, protectora de la ciudad.



El Erecteion, con las cariátides sosteniendo parte del techo lateral, un templo en el lugar que Atenea plantó el olivo, su símbolo de protección, y en el que Poseidón clavó su tridente en la disputa con la diosa por el patrocinio de la ciudad.




Los Propileos, impresionante pórtico de acceso al recinto, y que se confunden con el templo de Atenea Niké (la diosa de las zapatillas deportivas, ;-) ).
Por supuesto, las vistas de la ciudad, y del puerto de El Pireo, tercera ciudad del país y de facto unida por completo a Atenas, son impresionantes. Se pueden apreciar los principales monumentos clásicos y modernos, con lo que “el mapa mental” de la ciudad es muy fácil de memorizar desde aquí.



Como impresiones personales, es difícil que un lugar tan conocido antes de pisarlo por primera vez aguante la realidad de la visita. Y la Acrópolis desde luego lo hace. Al menos si tienes una idea previa del tamaño y lo que queda en pie. Si crees que es un monte de cinco kilómetros de largo, con cien templos gigantescos perfectamente conservados, lo mismo te decepciona, claro. Pero el destello del mármol blanco sigue siendo el reflejo, atrapado por los siglos, de las luces que alumbraron una civilización que es la nuestra.

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