Patrimonio Mundial

Todos dicen que el mundo se hace cada vez más pequeño, pero cada vez son más los rincones que están catalogados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Cuanto más conocemos, más pequeño nos parece nuestro conocimiento... Os invito a compartir vuestras experiencias en estos maravillosos lugares. Yo por mi parte os propongo algunas imágenes que he tomado en algunos de ellos.

12.9.08

Mistra (Grecia)

Agosto, 2008



A la vista de Esparta, en la ladera del macizo del Taigeto, se encuentra la antigua Mistra. Es un sitio muy interesante, de lo más sorprendente que nos hemos encontrado en esta zona del sur. Para comprender su significado hemos tenido que aprender un poco de historia de Grecia: después de la época clásica, la helenística y la romana, estas tierras formaron parte del imperio Bizantino. Hasta aquí más o menos lo que nos imaginábamos.

Lo que desconocíamos era que el Peloponeso (entre otras zonas) fue ocupada en el siglo XIII por los cruzados, que vieron en estas tierras (y en la propia Bizancio) una buena y sobre todo asequible recompensa para su largo y azaroso viaje. Vamos, que ya que lo de Tierra Santa estaba complicado, el imperio bizantino podía ser un buen sustituto… La cuestión es que el Peloponeso, que entonces recibía el nombre de Morea, fue repartido entre los grandes señores occidentales que llegaron hasta aquí. Francos, borgoñones, etc. En concreto, los francos se asentaron en Laconia y fundaron Mistra, que acabó convirtiéndose en la capital de toda la península.



Pero los bizantinos no se resignaron, y volvieron a conquistar Morea. Resultó que su imperio se diluía sin remedio, y cosas de la Historia, el Despotado de Morea acabó convirtiéndose en el último reducto de Bizancio, donde la dinastía de los Paleólogos conservó los últimos vestigios de la cultura y tradición imperial. Mistra se convirtió en la capital cultural en la que se refugiaron los artistas y filósofos. Entre los últimos, Pletón, figura clave en el trasvase del pensamiento clásico hacia el Renacimiento. La caída de Mistra significó la huida de la mayoría de estos intelectuales más al oeste: a Italia. Su influjo, sus ideas y su forma de entender el arte serían la levadura que haría eclosionar una nueva era: el Renacimiento italiano comenzaba.

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