Delfos (Grecia)

Agosto, 2008



El ombligo del mundo para los griegos. Zeus soltó dos águilas desde los extremos de la Tierra, y se juntaron aquí. El omphalos, piedra sagrada, marcaba el punto exacto. Desde siempre Delfos fue lugar de peregrinación, y su famoso oráculo, que hablaba por boca de Apolo, consultado por generaciones de emprendedores.

La protección que la liga de ciudades estado le proporcionaron en largos periodos la engrandeció. Todas pugnaban por donar grandiosas estatuas, templos, símbolos que marcaran su pujanza. La larga Vía Sacra estaba jalonada por los tesoros de las ciudades, y su progresiva ampliación con el teatro, el estadio y más templos lo convirtieron en un escenario único de panhelenismo.



Delfos está situado en la ladera de una montaña, con unas vistas espectaculares que abarcan hasta el golfo de Corinto. Quizás sea el lugar de los que hemos visto que más nos permite imaginar lo que era en su momento, y con ello, un atisbo de la civilización griega. La subida por la Vía Sacra pasa por los diferentes restos de los tesoros y el templo de Hera, hasta llegar al gran templo de Apolo, corazón del lugar.





Más arriba el teatro, dominando la perspectiva, ampliado por los romanos. Y tras un empinado camino, el estadio clásico mejor conservado de Grecia.



Debajo de la carretera, el templo de Atenas con el famoso tholos circular (columnata circular, ejemplo de clasicismo arquitectónico). A medio camino, la fuente Castalia, lugar de purificación antes de llegar al templo.





El estupendo museo guarda elementos encontrados en el lugar, como los frisos del templo de Apolo y el conocido auriga de Delfos.